domingo, 11 de noviembre de 2012

Venezuela. Septiembre del 2012



Venezuela. Septiembre del 2012


Hace un mes atrás me ofrecían irme a trabajar por un año completo a Venezuela, dije que si... fue esa monosílaba la que le gano a la tentadora No o Ni, colgué el teléfono convencido de mi respuesta o quizás no tan convencido y por eso es que me puse a buscar argumentos para justificar tan determinante y repentina respuesta que acababa de dar, llegaba siempre a la misma conclusión de que era lo que tenia que decir, por que cerrar la puerta a semejante experiencia, si no encontraba motivo valido para hacerlo, por que tener que decir que no y privarme a tal aventura, creía no tener ningún lazo que me ate a algo, me sentía libre de poder tomar esa decisión y que nadie me lo reproche, yo, así como buen gil que soy, me repetía y soltaba libre de cuerpo frases tales como " y yo me voy, si total el laburo va y viene" "si no tengo novia ahora, como no voy a irme, tengo que aprovechar  "¿con mis amigos? y los llamo por teléfono, hablo por chat, ellos siempre están presentes" o tonteras como decir " a mi familia la tuve siempre a mi lado, un año no es nada!".
Esa noche me fui a dormir convencido de estar parado en la vereda correcta, pero al otro día sonó el despertador, le di dos posponer como hago habitualmente y después me fui a lavar la cara como siempre me re-calco mi viejo, el me insistía   " no podes salir a la calle y pretender tener un buen día, sino te lavas bien la cara con agua fría, como debe ser" y acto seguido a eso, entro como un rayo de luz en mi cabeza, era Venezuela y todo lo que se venia, ese #Si largado en un misil verbal conllevaba consigo miles de cosas, era armar las valijas y antes que la primavera termine estar viajando a otro país a otro destino, lejos de todo, significaba quedarme sin los almuerzos religiosamente dominicales con la familia, el asado del Negro, las pastas de la abuela, nunca encontrare tanto amor en algun lugar como en las comidas de la abuela Teresita, olvidarme del fútbol, de la bombonera, de la 4ta de Brown, del picado ordinario con amigos, de las juntadas buenas para nada, de los momentos de ocios, las tardes en el parque, las previas de cada noche, las anécdotas de bar, los viajes, la moto, mis hermanos, los mimos de la vieja , y cosas infinitas, como escuchar a mi sobrino balbucear mi nombre por primera vez, ¿que cosa en el mundo iba a superar esos momento?. Soy un loco un inconsciente, dije que si como si nada, pensaba irme pegar el portazo y que se desmorone poco a poco todo lo que iba quedando atrás mio, había tomado la decisión de irme y sin que nadie me asegure que al volver, iba a ir a la casa de mis abuelos con una bolsa de ropa para remendar y manchas en camisas para sacar, que el negro iba a estar ahí, en el sillón de siempre esperándome a que yo entre, para prepararme un plato de fiambres y pelarme una naranja, quien me aseguraba que iba a encontrar otro abrazo con todas sus ganas de Pepe, un viejo de 92 pirulos, y el costo de que mi sobrino no me reconozca, ¿con carajo me lo pensaban pagar?. además en Venezuela juegan al béisbol y yo de eso se menos que de física cuántica, por eso cuando termine de pensar todo eso, ya el café que me había preparado era historia, no quedaba ni una gota, por que si hay algo que no entiendo es el por que existen personas que no se toman el fondo de las cosas, ¿que creen que hay allá abajo ? recapaciten viejo, lave la taza y salí caminando en busca del día, con la cara bien fresca y convencido de que si me tenia que ir, estaba dejando muchas cosas que parecen de poca monta, pero hacen a la felicidad de cada uno, es esa pizca de belleza que la vida te va dejando, y vos no te das cuenta y seguís con naturalidad saludando a las señoras del barrio y mirando para adelante a paso firme.

Y despues de todo, la Felicidad solo es real, cuando es compartida.