lunes, 13 de mayo de 2013

Maria

Hablemos de algo lindo, dale.


El caos diario de la gran ciudad, marchas, quejas, bocina, basura, vos en regla y alterada.
La inundación nos tapo a todos, pero la culpa siempre es ajena, la de siempre, la más fácil.

Problemas en el laburo, presiones, estrees, yo no tengo laburo seguro que estoy peor.
Contame todo tus miedos, tu baja auto estima, tu poca confianza, tus rollos, los kilos que pensas que están de mas, la atención que te dan y no te alcanza.
Yo no se que va a ser de mi mañana, el futuro que me aterra, la inseguridad que me rebalsa.

Esta distancia que se agranda y me desgarra, el viernes que nunca llega, otro domingo que se escapa.

Los que ya no están y nos da nostalgia, los que siguen estando y que nunca cambian.
Cuantas veces por día, creemos que nacimos en el tiempo equivocado,
que nunca la fortuna esta de nuestro lado.

Todos esos desamores sin pasión, las mentiras, el engaño .
Te deprime cualquier día sin color. No encontrar que ponerte te cambia el humor.
Tu vida se reduce a un resultado, te olvidas de todo, cerras los ojos y te miras vos.
Somos egoístas, campeones de un mundo narcisista.

El que se fue a la B no es tu equipo, tu alegría descendió.
Tu sonrisa juega a las escondidas, y vos estas perdida.
Crees que estas mal, y no tenes ni la mas puta pálida idea de lo que es el dolor.

Nos creemos jueces pero somos injustos. Gastamos energías en competencias banales.
Cualquiera es un enemigo que le declaro una guerra sin sentido.
Vivimos a la espera de ese milagro que nos cambie la vida, andando por andar
y no nos damos cuenta de que si yo me pongo a contarte algo realmente triste, te me vas poner a llorar, y yo te voy abrazar.
Nos abrazamos seguimos charlando y todo vuelve a empezar, allá donde quedo.

Hablemos de algo Triste, queres.

La viejita vecina mía, María...
A la que desde la ultima vez que la vi muchas lunas pasaron, sin embargo recuerdo como en su rostro guardaba las huellas de una vida que pedía el final, cada arruga era profunda y oscura, siempre luciendo unas hermosas ojeras, por arriba de sus pómulos huesudos, Ella se paseaba, siempre sola, con el pulso perdido, su pelo tieso y opaco, llevaba puesta la camperita de hilo fino, que hacia tiempo que ya no olía a jazmines.
Todavía hoy me acuerdo de su tibia piel, del ruido seco de su mandíbula, cada vez que nos estrechábamos en un saludo, su mejilla quedando junto a la mía, nos mirábamos, y ella con sus calidez me abrazaba, frágil y dulce. Me decía todo, sin decir nada.
Yo simplemente le preguntaba ¿Como estas? y eso le bastaba para darme las gracias.

Está mañana la encontraron, estaba inmersa en una soledad absoluta. Su departamento, de la calle agüero, era un baldío abandonado, donde habitaba la desidia, como en su propia vida. El final era inminente desde antes que llegue este otoño y no hubo nadie capaz de hacer algo al respecto. (Tampoco yo).
Ella murió, no se sabe si fue hace un mes o un día a nadie le importo, solo les molesto el olor, fueron las quejas y no el amor, lo que a María la encontró... Nada mas esto por decir. Infinita es la tristeza. Infinito es el dolor.
"Nadie en su nombre, hará rodar ninguna lágrima por ninguna mejilla. 
Tal vez su abogado hoy camine con una mueca de alegría, 
al fin tendrá ese departamento amueblado que tanto quería." S.M

Maria "la viejita" del 4º B Que en Paz Descanses.